Mi autobús ya arrancaba para irse cuando lo vi. Un hombre de unos treinta y tantos, sin afeitar, con ropa informal, sudadera con capucha a rayas, tirado cuan largo era sobre el pavimento, junto a la parada. Con los ojos abiertos, inmóvil.
Tan sólo pude observar la situación durante un par de segundos, y sin pista de audio. Es muy probable que fuera un borracho echando pestes a voz en grito, aunque no tuviera pintas de ello. Pero a mí me pareció un cadaver en el que nadie reparaba más que para bordearlo y mantener una distancia prudencial, que todo se pega menos la hermosura.
Tan sólo pude observar la situación durante un par de segundos, y sin pista de audio. Es muy probable que fuera un borracho echando pestes a voz en grito, aunque no tuviera pintas de ello. Pero a mí me pareció un cadaver en el que nadie reparaba más que para bordearlo y mantener una distancia prudencial, que todo se pega menos la hermosura.
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